“Hagakure: el camino del samurái” es el tratado más importante sobre la vida y la conducta de los samuráis, escrito por Yamamoto Tsunetomo. Terminado de recopilar en 1716, “transmite pensamientos y sentencias que aportan gran conocimiento acerca de la filosofía y el código de comportamiento del espíritu Bushido: el camino del guerrero, la aceptación total de la vida sabiendo morir en cada instante, el desafío de la vida prefiriendo la muerte a una vida indigna o impura, o el estar presto y deseoso de morir en cualquier momento para ser totalmente fiel a su señor, entre otra amplia variedad de preceptos.”
En este post veremos sus lecciones principales, dejando a un lado decapitaciones y desmembramientos. Este es el camino.
Índice
Hagakure: su historia
El culto al guerrero y la tradición marcial nacen en Japón durante un período guerras civiles perpetuas: desde los siglos VIII al XVI. Surge así la figura del bushi (samurái, en Occidente), que encarnaba “al más noble de los guerreros, al más elevado exponente de su casta dispuesto a cumplir con su deber hasta las últimas consecuencias, resignándose a su suerte y menospreciando su propio sufrimiento físico.”
Hagakure fue publicada el día 10 de septiembre de 1716, a partir de una recopilación de conversaciones que mantuvo su autor, un antiguo samurái convertido a monje, con el joven samurái Tashiro Tsuramoto durante un período de siete años. Tsunetomo, el autor de la obra, recopiló el tratado tras convertirse en sacerdote budista a la muerte de su señor, Nabeshima Mitsushige.
El Hagakure refleja el sentimiento de los samuráis del Japón feudal, obsesionados por el honor y fanáticos defensores de la muerte, ante la decadencia de su actividad. Como dice la obra: “Los ideales espartanos que durante tanto tiempo habían determinado el comportamiento de los miembros de esta clase comenzaban a perder vigencia, y a los señores feudales ya les interesaba más disponer de administradores cultos que contar con rudos guerreros.”
Tsunetomo, por tanto, intenta aglomerar las prácticas de un buen samurái, como legado de tiempos pasados. Y, quizá, como guía para futuros seguidores del Camino del Guerrero.
Hagakure y El Camino del Samurai
“El Camino del Samurái reside en la muerte. Cuando hay que tomar una decisión crítica, sólo queda escoger en seguida la muerte.” Esta es la máxima del bushi, aquella que debe guiar su vida y sus acciones. Puede resultar lejana en nuestros días, pero el samurai dedicaba su vida a esta creencia, marcada por el honor y la lealtad.
Tal como decía Tsunetomo:
“El que prepara su corazón como es debido, día y noche, para poder vivir como si su cuerpo ya hubiera muerto, alcanza la liberación en el Camino.”
Hagakure, en su papel de tratado, arroja consejos y preceptos que todo samurái debía tener en cuenta y que, salvando las distancias, pueden sernos de mucha utilidad hoy en día. Tan solo dejemos a un lado las decapitaciones y el seppuku. 😉
Cómo tomar decisiones
Como decía Tsunetomo: “Muchos se consideran capaces de desentrañar cuestiones profundas y se ponen a reflexionar mucho en ellas, pero no sacan nada en limpio porque sus reflexiones se centran en el egoísmo.”
Según la obra y los antiguos, debemos tomar las decisiones en el tiempo que se tarda en respirar siete veces. Esta verdad se refleja de forma brillante en un pasaje de la obra:
“Entre las máximas que tenía escritas en la pared de su casa el señor Naoshige, figuraba la siguiente: «Los asuntos muy importantes deben tratarse a la ligera». El maestro Ittei comento: «Los asuntos poco importantes deben tratarse con seriedad». Entre los asuntos de uno no debe haber más de dos o tres que podamos calificar de muy importantes.
Podemos entenderlos a base de deliberar sobre ellos en los ratos de tranquilidad. La cuestión es pensar las cosas de antemano y llevarlas a la ligera cuando llega el momento. Si no estás resuelto de antemano, te resultará difícil afrontar una situación y resolverla con ligereza, y no tendrás la seguridad de obrar con acierto. Sin embargo, si has sentado antes unos buenos cimientos, podrás basar tus actos en el principio de que «los asuntos muy importantes deben tratarse a la ligera».”
Lo que extraigo de aquí es la importancia de tener un sistema de valores sólido, que actúen como brújula a la hora de tomar decisiones. Ya hablé de ello en la reseña sobre “El sutil arte de que casi todo te importe una mi*rda”, pero conocer tus valores es clave a la hora de tomar decisiones difíciles.
“Al necio le cuesta trabajo acostumbrarse al desinterés. Cuando afrontes una cuestión, no obstante, no le prestes atención al principio, clávate en el corazón los cuatro votos, despide de ti el egoísmo y haz un esfuerzo. De esta forma no irás mal orientado.”
Este párrafo puede interpretarse de una forma parecida al anterior, si tenemos en cuenta que esos 4 votos pueden ser tus 4 valores principales. ¿Cuáles son tus valores? ¿Los tienes en cuenta a la hora de tomar decisiones?
Sé discreto en tus relaciones
Tsunetomo enuncia: “Es un grave error hablar de los asuntos de los demás. Tampoco es conveniente alabar a los demás. Lo mejor es que conozcas tu propia capacidad, que te esfuerces en tu labor y que seas discreto al hablar.”
Esta máxima puede aplicarse a las situaciones en las que la otra persona comete un error. Tal como explica el autor: “Debes limpiar la mala reputación de la persona y alabarla, calificandola de aliado sin igual y de uno entre mil. Reprendiendo a la persona de esta manera, en privado y con comprensión, se limpiará su mancha y se volverán buenos. Si alabas a la persona, cambiará la opinión de los demás y la mala reputación se disipará por sí sola. Es importante tener el propósito firme de llevarlo todo con compasión y de hacer las cosas bien.”
“El hombre que no ha errado nunca es peligroso”.
Por otro lado, es muy importante saber poner límites en nuestras relaciones. Para ello, el diálogo es la herramienta más efectiva, aquella que nos permitirá “educar” las relaciones: “Es importante saber manifestar a otra persona nuestra opinión y corregirle los defectos. Se trata de un acto de compasión, y es el primero de los actos de servicio.”
“Cuando hay que decir algo, es mejor decirlo en seguida. Si se dice más tarde, parecerá una excusa. Además, a veces es bueno abrumar a tu adversario. Podemos añadir que si no sólo dices lo suficiente, sino que enseñas a tu adversario algo que le beneficie, habrás alcanzado la mejor de las victorias. Este principio se ciñe al Camino.”
Pregunta para crecer
Pese a que Tsunetomo defendía que el samurai debía centrar su vida en su señor y el arte de la guerra, abogaba por el crecimiento en otros ámbitos. Y, para ello, nada mejor que preguntar a los demás.
“La inteligencia no es más que debatir las cosas con los demás. Así se alcanza una sabiduría ilimitada. La humanidad es hacer las cosas teniendo en cuenta a los demás, comparándonos con ellos y poniéndolos en primer lugar. El valor es apretar los dientes; no es más que hacer esto y seguir adelante sin hacer caso de las circunstancias. No es necesario saber nada que parezca salirse de estas tres cosas.”
El samurai debía ser recto y disciplinado, no dejándose llevar por elementos externos. Pero, a su vez, debía entender que no poseía todo el conocimiento y, por tanto, debía tener una actitud de aprendizaje.
“El Camino está en un lugar más elevado que la rectitud. Esto es muy difícil de descubrir, pero es la sabiduría más alta. Desde este punto de vista, las cosas tales como la rectitud parecen bastante superficiales. entiende esto por su cuenta, no puede llegar a conocerlo. Existe, no obstante, un método para alcanzar este Camino aunque no podamos descubrirlo por nosotros mismos: consultar a los demás.
Hasta la persona que no ha alcanzado este Camino ve desde fuera a los que lo siguen. Es como ese dicho de los jugadores de go: «El espectador tiene ocho ojos». El dicho: «Pensando, pensando, vemos nuestros propios errores», significa también que el Camino elevado se encuentra a base de debatir con los demás. Es útil escuchar los viejos relatos y leer libros para quitarnos de encima nuestro criterio y adherirnos al de los antiguos.”
Arréglate
Este es un fragmento extraído de la obra, que me ha parecido muy interesante:
“Hace cincuenta o sesenta años, los samuráis se bañaban todas las mañanas, se afeitaban la frente, se aplicaban loción en el pelo, se cortaban las uñas de las manos y de los pies, frotándoselas primero con piedra pómez y después con ceniza de acedera, y cuidaban sin falta de su aspecto personal. No es preciso decir que tenían la armadura y las armas sin óxido, sin polvo, brillantes y bien dispuestas.
Aunque puede parecer que cuidar nuestro aspecto exterior tiene algo de ostentación, no tiene nada que ver con la afectación. Aunque seas consciente de que hoy mismo te pueden abatir y estés resuelto con firmeza a sufrir una muerte inevitable, si tienes mal aspecto exterior cuando te matan, darás muestras de falta de resolución previa, tu enemigo te despreciará y parecerás poco limpio.”
No creo que debamos interpretar este pasaje como una obligación de ir siempre a la última moda, sino de estar preparados ante todo. Es decir, prepararnos para la “guerra”, en tiempos de “paz”.
“El principio «Primero vencer, después combatir», se puede resumir diciendo: «Vencer de antemano». La preparación militar para los tiempos de guerra es una tarea propia de los tiempos de paz. Con quinientos aliados se puede vencer a un ejército de diez mil enemigos.”
Este principio puede aplicarse, a su vez, para circunstancias negativas del futuro. Hay cosas (como la muerte, la vejez, etc) que son inevitables, por lo que solo queda prepararse ante ellas, para afrontarlas con tranquilidad.
“La lluvia te puede enseñar una cosa. Cuando te sorprende un chaparrón repentino, intentas no mojarte y corres deprisa por el camino. Si, por el contrario, intentas deslizarte bajo los aleros de las casas y recurres a otros subterfugios así, te mojas igual. Si estás resuelto a mojarte desde el primer momento no te quedarás perplejo, aunque acabes igual de empapado. Esta lección se puede aplicar a todo.”
Arrepentirse es humano
Tsunetomo nos regala una idea muy curiosa, que quizá quieras empezar a utilizar: un diario del arrepentimiento.
“Cuando yo era joven, llevaba un «diario del arrepentimiento» en el que procuraba anotar día a día los errores que cometía; pero no pasaba un solo día en que no tuviera que apuntar veinte o treinta cosas.”
Arrepentirse es normal, es uno de los pilares del nuevo conocimiento. Tsunetomo decía: “Cuando uno piensa que ha ido demasiado lejos, no se ha equivocado. Nunca se debe olvidar esta regla.” Como comentábamos antes, la clave para llevar estas situaciones es decidir según nuestros propios valores. De esta forma, aunque nos equivoquemos, habremos sido fieles a nuestros principios (lo que no quita que estos puedan estar equivocados).
El arrepentimiento, desgraciadamente, aumenta con la edad. Sin embargo, la obra nos aporta una visión más optimista:
“Hasta los cuarenta años de edad conviene acumular fuerzas. Es conveniente quedarse estable a los cincuenta. La vejez aparece cuando uno se dedica a hacer sólo las cosas a las que se siente más inclinado.”
Trabaja en silencio
Tsunetomo siempre impartía el mismo consejo a aquellos samuráis que entraban al servicio de un nuevo señor: escuchar, mirar y aprender. “No es decoroso intentar ganarse la voluntad del señor. Debemos procurar observarlo todo primero desde lejos, para hacernos cargo de la profundidad del río, para trabajar después sin hacer nada que desagrade al señor.”
El trabajo de un samurai era duro y, en la mayoría de ocasiones, poco reconocido. Ante esto, Ikuno Oribe decía: «Si el samurái no piensa más que en lo que tiene que hacer ese día, será capaz de hacer cualquier cosa. La labor de un solo día siempre se puede aguantar. Mañana no será más que un solo día».
De ahí que Tsunetomo apostase por la rectitud y el trabajo disciplinado. Tal y como defendía en su obra: “La esencia del arte de hablar se encuentra en no hablar. Si consideras que puedes llevar a cabo algo sin hablar, hazlo sin decir palabra. Si algo no se puede hacer sin hablar, deben pronunciarse pocas palabras, dentro de lo razonable.”
Otras lecciones del Hagakure
- Preguntar lo que ya sabes es cortesía. Preguntar lo que no sabes es un deber.⠀
⠀ - Envuelve tus intenciones en agujas de pino.⠀
⠀ - No debes abrir mucho la boca ni bostezar delante de la gente. Cúbrete con la manga o el abanico.⠀
⠀ - El sombrero de paja y el yelmo se deben llevar inclinados hacia delante.⠀
⠀ - No debemos enseñar a nadie nuestro dormitorio. Los momentos del sueño profundo y del despertar son muy importantes. ⠀
⠀ - Para tranquilizar la mente, traga saliva. Es una técnica secreta. Cuando te enfades, haz lo mismo. También es bueno aplicarse saliva en la frente.
Conclusión
El «Hagakure» es mucho más que un tratado: es la base sobre la que se sustenta la filosofía samurái. Aunque se trate de una obra escrita hace varios siglos, muchas de sus ideas siguen vigentes en la actualidad, pudiéndonos aportar luz en nuestro camino.
Como siempre, puedes leer la obra completa (cosa que te recomiendo), a través del siguiente link:
Déjame en los comentarios tu opinión y, si quieres saber más sobre filosofía oriental, puedes echar un vistazo al siguiente post:
Mientras tanto, nos leemos. 😉
Un abrazo,
-Javier