Como viene siendo costumbre, tenemos otra reseña. Esta vez, hablaremos de la obra «Fluir», del autor y profesor de psicología Mihaly Csikszentmihalyi. El libro, como el nombre de su escritor, es un tanto complejo, por lo que intentaré hacer una reseña lo más sencilla y clara posible.
A modo de resumen expréss, «Fluir» aborda el espinoso tema de la felicidad y su psicología, restando valor a las experiencias e influencias externas y priorizando la búsqueda interna como medio para alcanzar la felicidad. ¿Por qué un Ferrari no da la felicidad? ¿Cómo convertir el trabajo en una actividad retadora y apasionante? ¿Lanzarán mascarillas para gatos? Las respuestas, a continuación.
Índice
¿Qué es fluir? La definición de flujo
Fluir o experimentar el flujo son conceptos que Mihaly utiliza para describir una misma realidad: aquello que sientes al estar enfocado en una tarea que ocupa tu plena atención y que distorsiona tu percepción del tiempo. Tomemos un ejemplo para entenderlo mejor.
Pongamos que te gusta leer, pintar o, por qué no, hacer aviones de papel. Estoy seguro de que, en algún momento, te has enfocado tanto en esa actividad que las horas se han convertido en segundos y, para cuando te has dado cuenta, se te ha hecho de noche. Esa sensación de foco y abstracción es lo que el autor denomina estar en flujo.
Mihaly estaba convencido de que estas experiencias eran claves a la hora de dar significado a la vida y aportar felicidad, por lo que ha dedicado su carrera a su estudio. Veamos cómo lo hizo.
El Método de Muestreo de la Experiencia (MME)
Para elaborar su estudio y recopilar datos sobre las experiencias de flujo, Mihaly y sus colaboradores crearon un mecanismo novedoso: el Método de Muestreo de la Experiencia. O MME, para los amigos.
El procedimiento era sencillo. A cada voluntario del estudio se le asignó un dispositivo de recepción de mensajes, el cual se activaba 8 veces al día, de forma aleatoria. Cada vez que el dispositivo se activaba, los participantes debían rellenar un formulario sobre su estado y sensaciones en ese momento. Todo esto, durante una semana.
De esta forma, Mihaly y su equipo disponían de datos y reacciones en tiempo real, incorporando el estudio a la vida diaria de los voluntarios. Las respuestas, las cuales arrojaron datos muy interesantes, dieron origen a «Fluir».

Tal y como recogieron los experimentos y, en palabras de Mihaly (aclarar que, de ahora en adelante y dada la complejidad de su apellido, le llamaremos Mihaly. Perdón por la interrupción, sigan disfrutando de la película): «Los mejores momentos suelen suceder cuando el cuerpo o la mente de una persona han llegado hasta su límite en un esfuerzo voluntario para conseguir algo difícil y que valiera la pena. Una experiencia óptima es algo que hacemos que suceda.»
De aquí, podemos extraer que las personas estudiadas alcanzaban momentos de felicidad a través de la experiencia y los retos. La actividad que provoca estos retos no es lo más determinante, sino el hecho de superarlos y crecer. Una de las personas encuestadas, amante de la escalada, dejó una frase que refleja muy bien esta idea:
La justificación de la escalada es la propia escalada, como la justificación de la poesía se halla en la propia escritura; no conquistas nada excepto a ti mismo.
Teniendo en cuenta que se puede entrar en flujo sin importar la actividad que se realice, se nos plantea una duda importante: ¿por qué no entramos en flujo más a menudo?
¿Por qué no somos felices?
Como cita el libro, el estado normal de la mente es el caos o la entropía psíquica, en jerga mihaliana. Los animales, al carecer de conciencia, ven reducida esta entropía, pues su vida se resume en satisfacer sus necesidades primarias.
Los humanos, seres superiores con conciencia incapaces de orientarse sin Google Maps, se exponen a una cantidad de entropía mayor. Para reducirla, necesitamos trabajar nuestra conciencia, ya que, tal como comenta Mihaly «la conciencia es información intencionalmente ordenada».
Antes, podíamos reducir esta entropía por medio de herramientas externas, pero, ahora, la cosa ha cambiado. Estamos solos ante el caos.
Solos ante el peligro
Aunque pueda suponer una carga, las raíces del descontento son internas y cada persona debe enfrentarlas individualmente. Y, sin duda, se trata de una tarea compleja.
Los escudos del pasado, como la religión, clasismo o patriotismo, nos permitían poner orden en el caos y dar un significado a la vida. Sin embargo, con los nuevos avances, estos apoyos ya no son útiles para muchas personas, las cuales se sienten expuestas a los vientos del caos.

Hemos dejado atrás la religión y otras formas de significado, por lo que, ahora, somos nosotros los que tenemos que encontrar el significado a la vida. Y, creedme, no es fácil. Aunque, siempre podemos crear nuevas religiones, como los Kamula en Nueva Guinea, que adoran a Rambo.
La influencia de la sociedad y el placer
A menudo, no somos capaces de encontrar actividades que nos permitan fluir, debido a los dictados de la sociedad. Estamos tan influenciados por los demás y el qué dirán, que vivimos la vida de otros, en lugar de la nuestra.
«Una persona totalmente socializada es la que desea solo las recompensas que aquellos que la rodean han decidido que debe desear (recompensas que, a menudo, se apoyan en los deseos genéticamente programados).
Puede encontrarse con miles de experiencias que potencialmente podrían llenarle, pero no se da cuenta porque no son las cosas que desea.»
Mihaly Csikszentmihalyi
La realidad es que dos personas pueden llevar una vida marcada por el flujo con patrones de conducta y guiones muy distintos. Puedes encontrar el flujo y la felicidad pastoreando por Galicia o dirigiendo una multinacional en Dubai.

Por otro lado, hemos sido diseñados para pensar que el placer es sinónimo de felicidad, cuando no tiene por qué ser así (la mayoría de las veces). Veamos que dice Mihaly:
«El placer es un componente importante de la calidad de vida, pero, por sí mismo, no trae la felicidad. El sueño, alimento, descanso y sexo nos ofrecen soluciones para ordenar de nuevo la conciencia después de que la intrusión de las necesidades del cuerpo haya provocado entropía psíquica.
Pero no producen crecimiento psicológico, no agregan complejidad a la personalidad. El placer nos ayuda a mantener el orden, pero, por sí mismo no puede crear un nuevo orden en la conciencia.»
Entonces, ¿cuál es el plan? Mihaly ofrece un sustitutivo al placer: el disfrute. El disfrute tiene lugar cuando se satisface una necesidad o deseo, a la par que se supera un desafío, haciéndonos crecer. Ver la televisión puede producir placer, pero rara vez nos hará crecer como personas o plantearnos desafíos. Eso sí, el placer también mola, no nos pasemos…
La vida en flujo
Llegados a este punto, la pregunta es evidente: ¿cómo entro en flujo? A lo largo de este apartado, y gracias a las respuestas que ofrece la obra, intentaremos descifrar este misterio. Pero, para abrir boca, te dejo uno de los párrafos que más me gustan de «Fluir» (tanto que lo subí a mi Instagram):
«Tras una experiencia de flujo, la organización de la personalidad es más compleja de lo que había sido antes. Y como llega a ser cada vez más compleja, podría decirse que la personalidad crece.
La complejidad es el resultado de dos procesos psicológicos: la diferenciación y la integración. La diferenciación implica un movimiento hacia la originalidad, hacia separarse de los demás. La integración se refiere a lo opuesto: a la unión con otras personas, con ideas y entidades más allá de la personalidad. Una personalidad compleja es la que logra combinar estas tendencias opuestas.»⠀
La meta de los siguientes puntos será dar forma a esa personalidad compleja de la que habla Mihaly, como medio para experimentar el flujo en nuestro día a día. Entramos en temas densos e interesantes, así que, prepárate.
Entropía y flujo
Como decíamos, el estado natural del mundo y la mente es el caos o entropía. Ahora, iremos más allá y diremos que la entropía psíquica es una desorganización de la personalidad. Esta desorganización ocurre cuando la información altera la conciencia al amenazar sus metas.
Lo que el párrafo anterior quiere decir es que, debido a la cantidad de estímulos e información que recibimos del exterior, nos es difícil distinguir lo importante o lo que queremos en nuestra vida. Por así decirlo, la entropía surge cuando descubrimos que nuestras metas no nos llenan y que nuestra vida pierde su sentido.
Todos nos hemos sentido confusos y esto, según Mihaly, nos impide darle un significado a nuestras acciones (y a la vida en general). Para remediarlo, Mihaly hace énfasis en trabajar la atención, o, como se nombra en el libro, la energía psíquica.
Según el autor, «el estado óptimo de experiencia interna es cuando hay orden en la conciencia. Esto sucede cuando la energía psíquica (o atención) se utiliza para obtener metas realistas y cuando las habilidades encajan con las oportunidades para actuar.»
Para que se entienda mejor, pongamos el ejemplo de Rico, uno de los voluntarios del experimento. Rico trabaja en una fábrica, llevando a cabo tareas repetitivas y automáticas. Donde otros verían una rutina aburrida, él ve la oportunidad de mejorar su desempeño.
Para ello, Rico cronometra la velocidad de su trabajo, desafiándose a bajar su propia marca y optimizar sus funciones. Como decíamos antes, Rico tiene unas metas realistas y sus habilidades le permiten alcanzarlas, por lo que trabaja en flujo.
Sin embargo, la gracia del ejemplo es que Rico, fuera de su horario laboral, toma clases otras disciplinas, pues sabe que, en algún momento, su trabajo dejará de ser un reto. Pero, cuando eso ocurra, estará preparado y podrá buscar otro, con nuevas metas y la posibilidad de seguir experimentando flujo.
El trabajo y el flujo
Trabajar, para muchos, es una actividad obligatoria para subsistir; más que un deseo, una necesidad. Y, si eres español, ni te cuento. Sin embargo, los datos recogidos por Mihaly no opinan lo mismo.
Según el MME, las personas experimentan una mayor cantidad de flujo en el trabajo (durante el 54% del tiempo), en comparación con el tiempo de ocio (solo un 16% del tiempo). Por otro lado, la motivación en el trabajo es baja (aunque este ofreciese flujo), mientras que, en el ocio, ocurre lo contrario (aun cuando la calidad de la experiencia fuese baja).
De aquí podemos deducir dos cosas. La primera, es que el tiempo de ocio no suele producir disfrute porque, aunque tenemos mayores oportunidades que nuestros antepasados, estas no suelen suponer un reto.
La segunda deducción es que, por poco que nos guste, el trabajo es una gran fuente de flujo. Tal como explica la obra, «la apatía de mucha gente en el trabajo no se debe a estar física o mentalmente agotada, sino en la percepción que tenemos de este.»
Si estudiamos la mayoría de culturas, observamos que el arte, el juego y el ritual ocupan más tiempo y energía que el trabajo. De hecho, en generaciones anteriores, el trabajo y el tiempo libre se entremezclan, siendo el primero una gran fuente de flujo.

Sin embargo, esta conexión entre el crecimiento y el disfrute tiende a desaparecer con el tiempo, ya que, aprender, gracias al sistema educativo actual, se convierte en una imposición externa. Y, como bien sabemos, que nos impongan cosas no nos gusta.
La conclusión es que, por paradójico que suene, disfrutamos más en el trabajo que en nuestro tiempo de ocio. Quizá, el problema sea que buscamos la felicidad en las actividades equivocadas (¿quizá el ocio sea la droga y vía de escape de la sociedad?)
Fluir en el amor
Como ves, aquí tratamos todos los temas, aunque sea con breves pinceladas. Veamos qué tiene que ver el flujo con nuestra vida amoroso.
¿Cómo mantener vivo el amor? Según Mihaly, la respuesta es la misma que con cualquier otra actividad. Para ser agradable, una relación debe llegar a ser más compleja. Para llegar a ser más compleja, la pareja debe descubrir nuevas potencialidades en sí mismos y el uno en el otro.
Para descubrir esto deben prestar atención el uno al otro, para que puedan aprender qué pensamientos y sentimientos, qué sueños están en la mente de su pareja. Esto es en sí un proceso que nunca termina, una tarea para toda la vida.
Aunque parezca un trabalenguas, tiene mucha razón. Cualquier relación, sea amorosa o de amistad debe suponer un reto y una forma de crecimiento personal, si queremos disfrutarla en el tiempo. Además, tal como recalca el libro, «la entropía es la condición básica de la vida de grupo, al igual que en la experiencia personal.»
Quizá, la meta de una relación sea complementarse para crear nueva entropía y ordenarla juntos, creciendo en el proceso. Y, no, no he tomado nada extraño antes de escribir.
Somos, pero también elegimos
Mihaly es un hombre completo, por lo que no deja ningún tema al azar. Dentro del amor, profundiza en nuestras costumbres de pareja y si la monogamia es el sistema óptimo de unión entre individuos.
Según él, la conclusión es que no tenemos que preguntarnos si somos o no monógamos por naturaleza, sino si queremos serlo. Más que una cuestión biológica, es una de las formas de jugar a este juego llamado vida (que, en mi opinión, tiene bastantes bugs).

Al igual que en todos los juegos, existen una serie de reglas. Optar por un modo de vida determinado provoca que se excluyan una amplia gama de posibilidades (en caso de tener una relación monógama, quizá a tu pareja no le entusiasme que estés con otra persona). Sin embargo, esta exclusión nos permite concentrarnos totalmente en un conjunto selecto de opciones, lo que, a priori, debería ser positivo.
La única pega es que, como seres humanos, damos demasiado valor a lo que no poseemos y muy poco a lo que ya tenemos. Pero, esa es otra de las reglas del juego.
Aprender y el flujo
Para no hacer muy largo este apartado, veremos las ideas clave, lo más resumidas posibles. Este tema se relaciona bastante con el apartado del trabajo, aunque, si tuviésemos que profundizar, estaríamos aquí hasta que los políticos se pongan de acuerdo en algo.
- La creatividad y la memorización no son incompatibles: siempre he condenado el aprender memorizando, pero «Fluir» me ha hecho dar una vuelta a esta actitud. Según Mihaly, los mejores científicos y científicas han memorizado mucha música, poesía o información histórica, cualidad que no les ha impedido desarrollar una enorme creatividad.
- Escribir ayuda a reducir el caos: «la escritura se convierte en una terapia al proporcionar orden entre la turbación de los sentimientos.» Esta frase me ha resonado bastante. ¿Quizá por eso me guste escribir? En parte, creo que sí.
- Método para arreglar cosas: este método parte del ejemplo de Joe Kramer, un voluntario del experimento. Es una simple anécdota, pero me ha llamado la atención. El método consiste en contestar la siguiente pregunta: «si yo fuera esa (persona, máquina, etc) y no funcionase, ¿qué provocaría el fallo?»
Soledad y flujo
Sobre la soledad se pueden escribir cientos de páginas, pero, ya que el libro lo explica tan bien, lo transcribo:
«La soledad es una experiencia negativa porque mantener el orden en la mente desde dentro es muy difícil. Necesitamos objetivos externos, estímulos externos, retroalimentación del entorno para mantener enfocada la atención. Y, cuando nos falta información externa, la atención divaga y los pensamientos pueden ser caóticos, provocando entropía psíquica.
Cómo te enfrentas a la soledad hace que todo sea distinto. Si estar solo se ve como una oportunidad para realizar las metas que no pueden alcanzarse en la compañía de los demás, entonces, en vez de sentirse sola, la persona disfrutará de la soledad y podrá ser capaz de aprender nuevas habilidades en el proceso.«
Son dos párrafos con mucha información y complejos de entender, por lo que, te animo a que les eches otro vistazo. En soledad.
Guía básica para fluir (sin sustancias ilegales)
Tras esta intensa chapa (que, espero que te haya aportado algo), pasemos al tema que nos incumbe: cómo entrar en flujo, disfrutar de la vida y darle un significado. Empecemos con los 8 componentes del disfrute, aquellos que deben estar presentas en las actividades productoras de flujo:
- Tenemos posibilidades de lograr la tarea que enfrentamos.
- Somos capaces de concentrarnos en lo que hacemos.
- La tarea tiene unas metas claras.
- La tarea ofrece retroalimentación inmediata.
- Actuamos sin esfuerzo, alejando las preocupaciones cotidianas.
- Tenemos un sentimiento de control sobre nuestras acciones.
- Desparece la preocupación por la personalidad.
- El sentido de la duración del tiempo se altera: los minutos son horas y las horas, minutos.
Estos 8 componentes, combinados, son capaces de proporcionarnos experiencias de flujo intenso. Como en un juego, hay que cumplir una serie de reglas para poder disfrutarlo.
Uno de los mejores ejemplos para contrastar estos pasos es la programación. Entrar en flujo programando es sencillo porque:
Tenemos la posibilidad de lograr la tarea (1); exige una gran atención para no fallar con el código (2); hay unas metas claras, siendo la principal que el código programado funcione (3); la retroalimentación es inmediata, puedes podemos saber si el código funciona ejecutando el programa (4); la atención está focalizada en el código, no hay espacio para nada más (5); podemos controlar lo que programamos y modificarlo a nuestro gusto (6); no hay preocupación por una mismo, porque la concentración es máxima (7) y, finalmente, puedes tirarte horas programando sin darte cuenta (8).

Tema vital y el significado
Una vez vistas las 8 características de una actividad de flujo, me gustaría hablar de cómo incorporar el flujo a la totalidad de la vida. Es una tarea difícil, pero nuestro amigo Mihaly está aquí para echarnos una mano.
Según él, la única forma de convertir la vida en un conjunto de flujo es a través de un tema vital. O, lo que comúnmente se conoce como una pasión o propósito. Encontrarlo no es sencillo, pero, según sus estudios, la forma en que las personas descubren dichos temas vitales es la siguiente:
- Primero, hay una reacción a un gran daño personal sufrido en una fase temprana de la vida.
- Ese daño provoca sufrimiento, y, para encontrar un propósito en dicho sufrimiento, hay que interpretarlo como un desafío posible.
- Tras esto, será necesario desarrollar las habilidades apropiadas para enfrentarse al desafío, creando una estructura disipativa (ahora hablaremos de este tema).
- Dicho desafío, con el tiempo, deja de ser una lucha individual y acaba generalizándose a otras personas o a la humanidad en su conjunto.
Este proceso permite construir un sistema complejo de significado, o, lo que es lo mismo, permite darle sentido a la vida. A lo largo del proceso, se distinguen 4 fases, dependiendo del nivel de desarrollo de la persona. Aunque es algo complicado, me ha parecido muy interesante, así que os dejo las fases por aquí:
- Primero: la energía psíquica se invierte en las necesidades del organismo, y el orden psíquico es equivalente al placer.
- Segundo: la persona empieza a invertir su atención en las metas de una comunidad, lo significativo corresponde a los valores del grupo, la religión, el patriotismo y la aceptación y el respeto de otras personas.
- Tercero: habiendo logrado un sentimiento de pertenecer a un sistema humano más grande, la persona ahora siente el desafío de discernir los límites de su potencialidad personal. Es la etapa del disfrute, aunque suele haber crisis y luchas contra las limitaciones de la capacidad individual.
- Cuarto: la meta definitiva se funde con un sistema mayor que la persona: una causa, una idea, una entidad trascendental, etc.
La libertad y el ser disipativo
Para cerrar esta pequeña guía de flujo, tocaremos el tema de la libertad. Al contrario de lo que muchos piensan, la libertad no necesariamente ayuda a encontrarle significado a la vida.
Tener tantas opciones atractivas conlleva la incertidumbre de propósito. Dicha incertidumbre mina la resolución y, al carecer de resolución, acabamos por desvalorizar la elección. Esto no quiere decir que ser libres es malo, al contrario. Sin embargo, la inmensa libertad de opciones que (algunos) tenemos actualmente nos impide tomar decisiones claras.
Por otro lado, el orden basado en la inocencia está ahora más allá de nuestro alcance. «Una vez que la fruta ha sido arrancada del árbol del conocimiento, el camino de regreso al Edén está cerrado para siempre.» Ampararse en una religión o creencia ya no aporta el mismo sentido que antes.
La única forma de utilizar esta libertad a nuestro favor es convertirse en el nuevo superhéroe: un ser disipativo.
Be disipativo, my friend
Una estructura disipativa, según Ilya Prigogine, (ganador del premio Nobel de Química) es aquella capaz de tomar elementos de desecho del entorno y sacar energía de ellos. Las plantas son un ejemplo de estructura disipativa, pues toman CO2 y otros desechos para crecer.
Así que, lo que Mihaly y yo proponemos, es convertirse en una persona disipativa, que extrae energía de la entropía, recicla el caos y los convierte en un orden estructurado. En cristiano, que es capaz de aceptar lo externo y elaborar metas para dar significado a su vida.

Aunque no lo creas, tienes muchas herramientas disipativas. El coraje, la flexibilidad, la perseverancia, las defensas maduras o los manejos transformacionales son estructuras disipativas de la mente. Sin ellas, «estaríamos constantemente sufriendo el bombardeo aleatorio de los descarriados meteoritos psicológicos.»
¿Cómo convertirte en alguien disipativo? A través de actividades como la lectura, escritura o meditación, ya que permiten traer orden a la conciencia. De hecho, leer es vital para encontrar un tema vital, pues es la primera experiencia de orden dentro del caos del mundo (así que, no hay excusa para leer el cuento a los hijos).
Conclusión
Sé que ha sido un post muy denso, pero espero que te haya parecido interesante. He querido sacar lo que más me ha gustado, pero, como siempre, te recomiendo que leas la obra completa. Aquí puedes conseguirla:
Dicho esto, no me queda más que felicitarte, darte las gracias y despedirme. De paso, recomendarte la reseña de Deep Work, otro libro relacionado y muy interesante. Hasta que nos volvamos a ver, ¡qué el flujo te acompañe! 😉
P.D.: si no has entendido nada de lo leído, no te preocupes. Para una mayor comprensión, habla con tu amigo, el que estudia filosofía. Seguro que tiene sus trucos…
Un abrazo,
-Javier